El proyecto parte de tomar en consideración los tres elementos significativos del lugar: una situación privilegiada y elevada respeto a la ciudad, una topografía accidentada formada por tres niveles diferentes y dos accesos (el rodado y el de peatones) situados en los extremos superior e inferios del solar.   El museo se integra en el Turó de Gardeny con un edificio lineal que se adapta a la topografía existente girando sobre sí mismo. Se crea así una relación directa entre el espacio interior y el espacio exterior.   La diferencia de cota más grande que se produce dentro del emplazamiento, y que coincide con sus extremos, se aprovecha para ubicar los dos accesos y trazar un único camino que va desde la parte más alta a la más baja, interactuando con el edificio. La posición estratégica del edificio y su recorrido externo, abierto al barrio, permiten una relación directa del conjunto con el entorno.   El programa se desarrolla a través de un único recorrido que genera el edificio. Éste se inicia y se finaliza en la planta de acceso, donde se sitúan las partes más públicas del programa del museo como es la recepción, tienda, bar, servicios... La planta inferior acoge las salas de exposiciones y el auditorio y la planta superior corresponde a la parte de administración y a la fundación Joan Oró, finalizando con el observatorio situado en la cubierta. El recorrido está formado por rampas, haciéndolo accesible es su totalidad, y resuelve la visita al museo con un único itinerario, con la posibilidad de escoger los accesos en las diferentes exposiciones, permitiendo un uso selectivo y dando posibilidad a abandonarlo si haberlo finalizado.   La adaptación del edificio con la topografía y niveles existentes hace que se minimicen los impactos en el terreno durante el proceso de construcción y una vez finalizada la obra se consiguen un mínimo de movimientos de tierra, un mínimo de muros de contención y un máximo de superficie exterior permeable.